Las cuestiones sociales son las grandes olvidadas de la sostenibilidad y, al mismo tiempo, las que presentan mayores déficits de cumplimiento en España
La recientemente celebrada COP26 le ha recordado al mundo la extensa lista de deberes pendientes que tiene por delante. Reducir las emisiones de metano y otros gases de efecto invernadero, luchar contra la deforestación, administrar mejor los recursos naturales, preservar los ecosistemas o proteger a las especies amenazadas de extinción no son precisamente asignaturas “marías” en ese master acelerado en sostenibilidad que debe cursar la humanidad en los próximos años. Pero siendo importantes las cuestiones climáticas, la batalla de la sostenibilidad no se libra únicamente en el terreno del medioambiente.
Así lo pone de manifiesto el informe Agenda 2030 en los medios de comunicación, elaborado por CANVAS Estrategias Sostenibles en colaboración con la empresa de Data Science Graphex, que revela grandes desigualdades en cuanto a la atención prestada por los medios de comunicación a estos ODS sociales en relación a sus hermanos climáticos. Según este trabajo, los cinco ODS con mayor protagonismo en los medios durante el año 2020 fueron el número 13, Acción por el clima, presente en el 41,5% de las noticias sobre sostenibilidad; 3, Salud y bienestar (26,7%) –sin duda, muy condicionado por la pandemia–; 11, Ciudades y comunidades sostenibles (24,2%); 8, Trabajo decente y crecimiento económico (22,8%), y 7, Energía asequible y no contaminante (22%). Por el contrario, los ODS 1, Lucha contra la pobreza (11,8%); 5, Igualdad de Género (11,7%); 10, Reducción de las desigualdades (11,6%); 4, Educación de calidad (11,5%), y 2, Hambre cero (5,2%) presentaron una cobertura sensiblemente inferior.
Hasta 7 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible tienen una clara orientación social. Sin embargo, no son los predilectos de políticos y medios de comunicación
Estos son algunos de los retos a los que se enfrentan España y el mundo en materia de sostenibilidad social.
Pobreza
La pandemia ha acentuado las desigualdades en el mundo y disparado los niveles de pobreza. Y no hace falta irse hasta el tercer mundo para encontrar los estragos que la falta de ingresos provocan en el bienestar de la población. La tasa AROPE (At Risk Of Poverty and/or Exclusión), uno de los principales indices de medición de la pobreza a nivel mundial, situaba a España como el séptimo país de la Unión Europea en niveles de pobreza en el año 2020. Según este indicador, un 26,1% de la población (alrededor de 12,1 millones de personas), se encuentran en riesgo de pobreza, y 2,6 millones de personas viven en estado de pobreza severa.
Un 26,1% de la población (alrededor de 12,1 millones de personas), se encuentran en riesgo de pobreza, y 2,6 millones de personas viven en estado de pobreza severa en España
La crisis laboral que trajo aparejada la pandemia, con cientos de miles de personas afectadas por ERTEs, EREs, cierres de empresas y una caída abrupta de la actividad en numerosos sectores económicos ha contribuido a esta acentuación de la pobreza. Las llamadas ‘colas del hambre’ se han convertido en imágenes habituales en prácticamente todas las grandes capitales españolas.
Pero el problema no se puede reducir a una situación coyuntural, sino que tiene mucho de estructural y endémico. Las desigualdades están en el corazón de estas diferencias. Desarrollar políticas económicas que hagan posible una distribución más justa de la riqueza, asegurar un sistema de ingresos mínimos con cobertura suficiente que permita a las personas vivir con dignidad, y favorecer el incremento de la renta neta disponible de los hogares son tres de las medidas previstas por el Gobierno en su Estrategia nacional de prevención y lucha contra la pobreza y la exclusión social 2019-2023 para combatir la pobreza.
Exclusión social
Otro índice de referencia, el FOESSA, denuncia que un 18,4% de la población española (8,5 millones de personas) sufre exclusión social en alguna medida. De ellos, un 3,9% (1,8 millones de personas) en grado grave. Además, otros 6 millones de personas se encuentran en situación de vulnerabilidad, o lo que es lo mismo, en la antesala de la exclusión social.
La exclusión social es una consecuencia directa de la pobreza. Además, las diferencias culturales muy acusadas entre un grupo minoritario y el colectivo dominante dentro de su comunidad también son causa de barreras sociales y discriminación. El empoderamiento de estas personas, a través de programas de inclusión laboral y social, y la educación de todos los colectivos en una cultura que no solo acepte sino que promueva las diferencias como un factor de crecimiento colectivo son algunas de las medidas urgentes en este frente.
La educación en una cultura que no solo acepte sino que promueva las diferencias como un factor de crecimiento colectivo es una forma de combatir la exclusión social
Igualdad
La no discriminación por razón de género, edad, religión, nacionalidad, ideología, orientación sexual, discapacidad, etnia, nivel educativo o capacidad económica es otro frentes a atender. Una conquista que avanza impulsada por un creciente sensibilidad social hacia la igualdad, especialmente por parte de las nuevas generaciones, pero que aun se ve lastrada por sesgos y prejuicios fraguados durante generaciones.
Desde la legislación se trata de acelerar ese lento proceso que siempre supone un cambio cultural. Normas como la Ley de igualdad del año 2007, que desde 2019 amplia la obligatoriedad de contar con un plan de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres a las empresas mayores de 50 empleados; como el Real Decreto Legislativo 1/2013, que en su artículo 42 regula la cuota de reserva de puestos de trabajo para personas con discapacidad, vigilan que se cumplan los preceptos mínimos de igualdad y persiguen desviaciones como la brecha salarial.
Diversidad
Desde el mundo de la empresa se puede contribuir de manera significativa en los avances sociales. Y no por una simple cuestión estética. El Foro Económico Mundial (WEF) asegura que las las organizaciones con menores niveles de desigualdad y exclusión social son más competitivas.
Uno de los campos en los que más se avanza en es el de la diversidad, desde hace unos pocos años, convertido en uno de los grandes estandartes corporativos. Para fomentarla, La Alianza CEO por la Diversidad de Fundación Adecco aconseja medidas como acometer estrategias de selección inclusivas que fomenten la participación en los procesos de selección de los sectores más vulnerables y/o infrarrepresentados, poner en marcha programas de movilidad interna del talento o de desarrollo profesional inclusivo que no se limite a los perfiles “de gran potencial” y fomentar una marca “diversión friendly” que huya de ponerle etiquetas al talento.
Fuente: https://www.vozpopuli.com/