
El pasado 1 de abril de 2025 entró en vigor en España la Ley 1/2025, de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario, una norma ambiciosa y muy necesaria para hacer frente a uno de los grandes retos de nuestro tiempo: el despilfarro de alimentos.
En un mundo donde 1 de cada 3 alimentos producidos termina en la basura, mientras millones de personas pasan hambre, reducir el desperdicio alimentario es una cuestión de justicia, de sostenibilidad y de sentido común. Esta ley, impulsada desde una visión integral, pone en el centro la eficiencia, la solidaridad y la economía circular.
La norma parte de una finalidad clara: reducir a la mitad el desperdicio alimentario en España para 2030, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, definiendo para ello una serie de objetivos generales:
- Reorganizar el sistema alimentario hacia un modelo más eficiente y responsable.
- Favorecer el aprovechamiento de alimentos mediante la donación o la reutilización.
- Impulsar la concienciación y la formación ciudadana y profesional.
- Fomentar la innovación y el uso de tecnologías que alarguen la vida útil de los alimentos.
- Y, sobre todo, cambiar nuestra mentalidad como consumidores, productores y gestores.
Para trabajar y lograr estos objetivos, la norma impone una serie de medidas, entre las que destacan:
- Jerarquía del desperdicio: Primero prevenir, luego donar, después reutilizar o transformar… ¡y solo como último recurso desechar!
- Planes obligatorios de prevención para empresas del sector alimentario.
- Mejor etiquetado de fechas de consumo, para evitar tirar alimentos aún seguros.
- Facilitación de donaciones a entidades sociales, asegurando la trazabilidad y seguridad.
- Sistema nacional de control y evaluación, con inspecciones, planes estratégicos y sanciones en caso de incumplimiento.
Con esta nueva ley, las empresas de alimentación (productoras, distribuidoras, comercios, restaurantes, etc) jugarán un papel fundamental. Algunas de sus nuevas obligaciones serán:
- Elaborar un plan de prevención adaptado a su actividad.
- Donar alimentos aptos para el consumo en vez de tirarlos.
- Garantizar instalaciones adecuadas para almacenar productos donados.
- Formar a su personal en buenas prácticas.
- Colaborar activamente con bancos de alimentos y ONG.
Además, si se ofrecen servicios de catering o restauración para instituciones públicas, deberán demostrar su compromiso con la reducción del desperdicio en sus contratos.
Con esta ley, España da un paso clave hacia un modelo alimentario más justo y sostenible, donde la eficiencia y la solidaridad caminan de la mano:
- Reducimos residuos y emisiones de gases de efecto invernadero.
- Damos una segunda vida a alimentos que aún pueden alimentar.
- Y lo más importante: reforzamos una conciencia colectiva de cuidado, respeto y responsabilidad.
Porque tirar comida no es solo tirar comida. Es desperdiciar agua, suelo, energía, trabajo… y generar emisiones contaminantes innecesarias.
Esta ley es un gran paso, pero necesita de la implicación de todos para que sea efectiva. Instituciones, empresas, organizaciones y ciudadanía debemos remar en la misma dirección. Porque luchar contra el desperdicio es cuidar el planeta, proteger a los más vulnerables y construir una sociedad más justa.
Desde la Fundación para el Desarrollo Sostenible, Canarias Recicla, aplaudimos esta iniciativa y recordamos que el cambio empieza también en casa, pudiendo realizar pequeñas acciones cada uno de nosotras y nosotros:
- Comprar con cabeza y planificar mejor.
- Aprovechar las sobras con creatividad.
- Donar o compartir alimentos que no vas a consumir.
- Aprender a interpretar bien el etiquetado.
- Y enseñar a los más pequeños el valor de la comida.
Porque luchar contra el desperdicio es cuidar el planeta, proteger a los más vulnerables y construir una sociedad más justa.
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